La otra crisis: El punto violeta de la evidencia

      El Ayuntamiento progresista de Algemesí, progresista aunque cuente con el apoyo y la participación de Ciudadanos, ha claudicado ante la evidencia: prevé agresiones sexuales durante la celebración de su semana taurina.

            Y así, para los viernes y sábados, de doce de la noche a tres de la madrugada, ha dispuesto de un “punto seguro” de atención a todas las chicas que sufran acoso o agresión sexual. En ese “punto violeta” serán atendidas y asesoradas por personal especializado.

            ¿Cómo es posible que este consistorio se conforme con atender a las agredidas y acosadas y no trate de buscar antes el remedio para que jamás se produzca incidente alguno? ¿Cómo es posible que, ante este terrible anuncio del Ayuntamiento, los padres aún se estén pensando si dejan salir o no a sus hijas adolescentes por las calles nocturnas de Algemesí?

            Alguno dirá que nada se puede hacer por evitar que los jóvenes consuman alcohol y drogas durante estos días de fiesta. ¿De verdad que nada se puede hacer? La integridad física o moral de una sola persona está muy por encima de cualquier celebración por muy tradicional que sea. Si no somos capaces de asumir el consumo responsable y de respetar las normas básicas de urbanidad, no cabe otra que poner punto y final a este lamentable espectáculo. Porque una fiesta deja de serlo cuando la gente incontrolada se desmadra y no atiende a razones. Y sí, pagarán justos por pecadores, pero más vale poner remedio que lamentar las consecuencias… aunque nuestro Ayuntamiento, por puro rédito electoral, piense justo lo contrario.

La otra crisis: Dar a luz como única opción

            Alguno dirá que los finales felices solo se pueden dar en las películas, en la ficción, pues brillan por su ausencia en la vida real. Pero eso no quita que toda persona anhele esa felicidad y que la busque con empeño. Y como esta no se puede encontrar en un montón de mentiras, podremos deducir que el que busca la verdad anda por el buen camino.

            Y sí, es un personaje de ficción, pero la protagonista de la serie “The Blacklist” da en el clavo, pues tiene claro que ante un embarazo solo cabe una opción: dar a luz a ese bebé. ¿Y por qué es esta la única opción posible? Pues porque esta decisión es la única que siempre viene acompañada de una gran alegría, ya sea propia o ajena.

            Ante su deseo de ser padres, los protagonistas deciden adoptar a uno de esos bebés que son rechazados por sus madres. Su intención es darle un hogar, colmarlo de felicidad, pero son ellos mismos los que no caben en sí de gozo. Al final será ella la que se quede embarazada y la que decidirá, en un primer momento, dar en adopción a su hijo. Quiere que sea feliz, ella no se ve capaz de conseguirlo, y es sabedora del regalo que va a hacer a otra familia. En ningún momento se plantea abortar y tampoco a sus amigos se les pasa por la cabeza sugerirle esa opción.

            En España nos contamos por miles los matrimonios que estamos en una lista de espera para poder adoptar a un bebé. Ojalá esta ficción se haga algún día realidad. Una realidad que supondrá ir con la verdad por delante, defender la vida del ser más indefenso que existe, y llenar de gozo el hogar de miles de familias.

La otra crisis: Pena de muerte

        El juicio por la muerte del pequeño Gabriel está a la espera de la sentencia que dictamine el jurado popular. Tanto la fiscalía como la acusación particular han pedido la cadena perpetua revisable para Ana Julia Quezada, la autora confesa de la muerte del niño.

            Si uno analiza el alegato final de Francisco Torres, el abogado de la acusación particular, donde llega a afirmar que “en la Edad Media habrían cortado en trocitos a la acusada”, puede deducir que, de ser legal, habría pedido para Ana Julio Quezada la pena de muerte. En su discurso aplica la ley del talión, el “ojo por ojo y diente por diente”, con la convicción de que “ella no tiene el mismo derecho a respirar el mismo aire que respiramos nosotros”. Una convicción que anula de forma implícita lo que de “revisable” tiene su petición de prisión permanente.

            Olvida el señor letrado que las personas pueden cambiar, a mejor y a peor, y que el arrepentimiento de la acusada puede tener visos de verdad. Olvida que toda persona es capaz de lo mejor y de lo peor, y que por eso tenemos que esforzarnos, con rectitud de intención, para que siempre prevalezca en nuestras vidas el bien.

            Si no fuera cierta la posibilidad de arrepentimiento y de cambio de Ana Julia Quezada, tampoco lo sería la posibilidad de que el señor Francisco Torres cometiera algún error, por pequeño que fuera, a lo largo de su vida. Y es que, como bien dijo un buen amigo mío, “en ningún sitio mean agua bendita”.

La otra crisis: Hablar sin poso ni fundamento

         Muchos hemos tenido a algún compañero de clase que se expresaba con soltura delante del profesor, aunque sus palabras estaban vacías de contenido y llenas de obviedades. Se veía a la legua que no se había estudiado el tema de ese día y uno se preguntaba si el profesor, que le atendía con respeto, era consciente de ello y solo estaba disimulando su frustración.

            Algo parecido está ocurriendo con la preparación del sínodo de obispos que tendrá lugar en Alemania. La Conferencia episcopal alemana habla, y deja hablar a determinados grupos de laicos, sobre temas que conciernen solo a la Iglesia universal. Pero en este caso el Santo Padre, el Papa Francisco, no ha disimulado que es sabedor de la falta de preparación de su grey y les ha animado a dar prioridad a la oración, a la vida de piedad y al estudio, frente a las reformas estructurales que pretenden hacer, pura palabrería sin fundamento teologal.

La otra crisis: Una semana de grande indignidad

          Algemesí se prepara para celebrar su gran feria de las novilladas. Ahí están los festeros montando esa plaza de madera rectangular que es única en el mundo y con sus casetas ya colocadas a lo largo de todo el parque. También los vecinos y comercios de las calles colindantes protegen sus puertas y ventanas con planchas de acero y más madera. El Ayuntamiento no se queda atrás y se ha preocupado de colocar vallas metálicas en las fuentes y demás monumentos artísticos de la ciudad. Además, cada vez son más los vecinos que huyen de la ciudad en busca de una tranquilidad que estará ausente a lo largo de nueve días de fiesta descontrolada.

            Porque hoy en día, en el pasado quizá no, la gran feria de las novilladas es utilizada por muchos jóvenes como una simple excusa para abusar del alcohol y de las drogas y atreverse así a hacer y decir cosas vergonzantes e indignantes. Porque no es entendible que la diversión de unos suponga el suplicio para otros. Porque Algemesí no se merece un sarao que pone patas arriba las calles del centro de la ciudad, que se hace insufrible para los padres responsables de la educación de sus hijos adolescentes y que es apoyada por el Ayuntamiento por puro rédito electoral.

            Algunos dirán que muchos negocios viven de la recaudación que consiguen a lo largo de estos nueve días de novilladas o que algunos alumnos de la escuela taurina aprovechan su oportunidad para afianzar su trayectoria como futuros toreros. Claro que sí. Pero resulta que en esta vida no se puede tener todo y que ya ha llegado la hora de poner en una balanza de sentido común lo positivo y lo negativo de esta fiesta que en su día sí que fue taurina y respetuosa con la ciudadanía.

La otra crisis: ¿Un Gobierno en funciones permanentemente?

       Su Majestad el Rey, Felipe VI, ha vuelto a convocar a los líderes de los principales partidos políticos para ver si es posible investir a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno o si nos tocará volver a pasar por las urnas.

            Parecer ser que unos y otros se ven imposibilitados de llegar a acuerdo alguno, pues están cautivos de sus decisiones y declaraciones pretéritas. No se dan cuenta de que los españoles sí que estamos deseosos de votar otra vez, pero para decidir la expulsión de la carrera política de estos personajes que han fracasado y que, de repetir candidatura, volverán a hacerlo.

            Por eso, propongo que en las próximas elecciones generales opte a gobernar España un solo candidato y que el voto sea para depositar un sí o un no dentro de la urna. Y si me preguntan quién tendría que ser ese único candidato, les responderé: su Majestad el Rey, Felipe VI.

La otra crisis: El éxito del trabajo en equipo

            Yo era uno de los que pensaba que la selección española de baloncesto iba a ser eliminada a las primeras de cambio en el mundial de China. Ninguno de sus jugadores parecía brillar por encima de los demás, liderando el equipo y el campeonato en canastas, rebotes, asistencias o tapones. De hecho, en la final, el máximo anotador del partido fue un jugador de la selección argentina.

            Y ahí estuvo mi error, en no mirar al conjunto, al equipo. Un equipo que cimentó sus victorias desde una férrea defensa y buscando en ataque al jugador más inspirado en cada momento y no a la estrella de turno.

            Y quizá ahí se encuentre la explicación del fracaso escolar en algunos de nuestros centros educativos: sus docentes, discentes y familias no trabajan en equipo. Pues ahora que el curso empieza, con la euforia de la victoria de España en el mundial de baloncesto, es un buen momento para hacer autoevaluación y cambiar de actitud si en nuestra comunidad educativa cada uno va a la suya.

La otra crisis: El desamparo de los “jenas”

            La administración tiene previsto dedicar recursos para que los menores extranjeros no acompañados reciban una atención social, educativa y sanitaria. Unos recursos que son limitados y que, en algunos casos, ya no están llegando a los trabajadores de las asociaciones privadas que han suscrito un concierto con la administración.

            ¿Pero qué pasa con esos menores extranjeros cuando cumplen 18 años? Pues que al día siguiente dejarán de recibir esa asistencia y se tendrán que buscar la vida. Es más, no recibirán un permiso de trabajo si no consiguen un contrato de trabajo de 40 horas semanales, algo casi imposible a día de hoy. Entonces, ¿qué hacer con esos jóvenes extranjeros no acompañados que ni estudian ni trabajan? ¿Será cuestión de hablar con las comunidades de su misma nacionalidad ya asentadas en España para que los acojan en algunas de sus familias? ¿Tendrá que hablar nuestro gobierno con las autoridades de sus países de origen para encontrar juntos una solución factible? ¿Es de recibo que sus gobiernos se desentiendan para siempre de sus menores y jóvenes emigrantes?

La otra crisis: A la espera de un pacto educativo

 

            Pedro Sánchez no sabe aún si podrá ser investido presidente y anda con la vista puesta en unas posibles próximas elecciones. Eso sí, ya cuenta con una reforma educativa aprobada en uno de sus consejos de ministros y ministras de la pasada legislatura. Esa reforma no se pudo hacer efectiva porque fuimos convocados a pasar por las urnas y no fue refrendada por el Parlamento.

            Esa reforma educativa, como no podía ser de otro modo, asume los principios progresistas de la izquierda e ignora las demandas de los centros privados concertados y de colectivos y partidos políticos conservadores. Y es que hoy en día, tal y como andan los ánimos, es imposible llegar a un gran pacto por la educación. Pero esto no debe servir como excusa para que cada uno, desde su responsabilidad como progenitor, docente o discente, asuma su responsabilidad y trate de cumplir con sus deberes y vele por los derechos de los demás.

            La ley educativa vigente, la LOMCE del señor Wert, asume muchos de los postulados de la LOE de Zapatero, y por eso, si uno se lo propone y se estudia su articulado, sin importar si es de izquierdas o de derechas, seguro que encuentra aspectos que le agradan y que podría asumir para mejorar la calidad educativa de su comunidad.

            Porque lo fácil y lo cómodo, para no hacer absolutamente nada, es quejarse de las deficiencias de una ley educativa que aprobó el gobierno “de los otros”. El gran pacto educativo nunca llegará y por eso tendremos que asumir también la reforma de Pedro Sánchez y responsabilizarnos para aplicar todo aquello que redundará en una mejora de la calidad educativa. Menos quejas y más actuar, ¿no creen?