La otra crisis: Pasteles, floristerías y virus

            Caminaba distraído mirando su teléfono móvil y se quedó de piedra cuando fue consciente de que había pisado algo blando y de color negruzco. Mantuvo la respiración, metió el teléfono en uno de los bolsillos de su chaqueta y empezó a levantar muy lentamente su pierna derecha. ¡Qué alivio cuando comprobó que no había aplastado el nauseabundo excremento de un perro o de una perra, sino un apetecible pastel de chocolate! Tras el susto inicial advirtió que se encontraba junto a una de las pastelerías del pueblo y pensó que iba a salir de dudas al instante para culpabilizar al responsable de semejante tropelía.

            Cuando llegó a su casa le contó lo sucedido a su mujer y le hizo ver cómo acabó culpando al dueño de la floristería de su no tan desgraciado pisotón. Resulta que para cerciorarse de sus sospechas se asomó al escaparate de la pastelería, pero no vio por ningún lado un pastel parecido al del incidente. Es por eso por lo que decidió entrar y preguntarle a la dependienta si allí hacían ese tipo de dulce y esta, quizá al ver su semblante serio y resuelto, le contestó que creía que no. Por lo tanto, tras esta exhaustiva investigación y dado que un pastelito no puede aparecer por obra de magia, llegó a la conclusión de que éste había salido de la floristería que había justo al lado.

            Nos puede resultar sorprendente el razonamiento efectuado por esta persona, pero aún lo es más el que hicieron algunos expertos de la Organización Mundial de la Salud para determinar que el virus SARS-CoV-2 no tuvo su origen en el laboratorio de virus de Wuhan, sino en el mercadillo que se montaba a escasos cuatrocientos metros. Ver para creer.