La otra crisis: nocturnidad de género

            Cuando uno está convencido de andar en la verdad no tiene reparo alguno en mostrar sus cartas, en dar a conocer cualquier dato, documento o prueba que los incrédulos le soliciten, en actuar de cara al público, tras una puerta de cristal transparente, y sin coaccionar en absoluto a los demás, pues es sabedor de que tras la verdad está la libertad y de que el bien es una luz atractiva y atrayente para todas las personas sencillas.

            Por eso es comprensible y nada sospechoso que los colectivos encargados de realizar los talleres de ideología de género en los centros educativos, formados por personas sin la titulación universitaria pertinente para impartir clases en una escuela, estén empeñados en que las familias no sean sabedoras del día y de la hora de la impartición de su taller progresista, en que los docentes salgan del aula mientras dure su actividad, con la excusa de que los discentes se expresen en libertad y sin la supuesta coacción de la autoridad del maestro, y que tampoco permitan que esos talleres se graben en vídeo y se hagan públicos y visibles en las páginas webs de los colegios. Así, de ese modo, toda persona interesada podría visionarlos y “se beneficiaría y se aprovecharía” de esas proclamas que afirman cosas como que uno puede sentirse niño o niña sin importar su sexo de nacimiento o que los infantes tienen derecho a mantener relaciones sexuales con adultos si les apetece y consienten en ello.

            Los colectivos LGTBI+ tienen blindadas sus actuaciones en los colegios gracias a las leyes retrógradas aprobadas por el Gobierno de Pedro Sánchez. Por eso, ante las próximas Elecciones Generales del próximo 23 de julio y un esperable cambio de color del Gobierno, no cabe otra que, mientras se derogan esas leyes y se aprueban otras, poner límites a la intrusión escolar de estos colectivos: la participación en esos talleres ideológicos será voluntaria y con el visto bueno por parte de cada una de las familias, los maestros permanecerán dentro del aula durante la impartición del taller y se encargarán de grabarlo para subir el vídeo a las redes sociales. Aquí queda dicho.

La otra crisis: ideología de género para bebés

           El pasado 26 de mayo tuvo lugar una actividad supuestamente cultural para bebés de cero a tres años en la Biblioteca Municipal de Algemesí: un cuentacuentos nada improvisado con la cuña de género más que preparada y sin venir a cuento, valga la redundancia.

            El animador, entre gritos de espanto, palmas y canciones, fue hilando una historia con un animal alternativo como protagonista. El pobre animal, que era una mezcla de búho y de ardilla, cantaba a las mil maravillas pero sólo cuando estaba despierto. Por eso su amo, empeñado en que cantara cuando estaba dormido, mandó que lo cocinaran en una pequeña olla donde no podía entrar si no era troceado minuciosamente. El cocinero, como era muy buena persona, no quiso desgraciarlo y lo lanzó por la ventana. Menos mal que por allí pasaba un águila que lo recogió y se lo llevó de viaje por el mundo a velocidad de crucero, acompañados por un viento que soplaba a su favor. Y así llegaron a un país donde un zorro pillo abría los sacos que tenía prohibido fisgonear, a otro donde vivía un oso que se comía a los niños que salían por la noche y a un lugar inhóspito donde habitaba una pareja de pingüinos machos la mar de simpáticos.

            Vista la edad de los participantes en este cuentacuentos, bebés de cero a tres años, y el argumento de la historia, con algarabías fuera de tono, desobediencia a los adultos, el fallido sacrificio culinario del protagonista o la aparición a ese oso monstruoso que amenazaba de muerte a unos niños que iban por la montaña, uno se pregunta si el animador cultural tenía alguna noción, por mínima que fuera, de psicología evolutiva.

            En cambio, es más que probable que la cuña final de apología de la ideología de género estaba preparada y que era uno de los propósitos inequívocos de esta actividad. Ahí estuvo a la vista del público, durante toda la representación, esa cartulina con el dibujo de los dos pingüinos machos, aunque no fue hasta el final, tras casi cuarenta minutos de actuación, cuando entraron en acción. Y lo bebés supieron, de boca del entusiasta cuentacuentos, que esos lindos pingüinos eran súper amigos, lo hacían todo juntos, incluso bailaban tango o lo que se preciara, y hasta construyeron un nido como las otras parejas de pingüinos del contorno. Pero, pobrecitos ellos, no pudieron poner ningún huevo en ese nido de amor, pues resulta que eran dos pingüinos machos. En eso apareció no sé quién que les regaló un huevo para que lo incubaran como hacían las demás parejas de pingüinos (se daba por supuesto que los bebés sabían que esas parejas estaban formadas por un pingüino macho y otro pingüino hembra). Y al cabo de un tiempo, cosas de la vida, les nació un lindo pollito y su corazón explosionó de alegría, pues se habían convertido en papás. Porque, claro está para cualquier bebé, existen muchos tipos de familias (de pingüinos, se presupone), como bien especificó el conductor de la farsa. ¡Faltaría menos!

            Y colorín, colorado, que no nos esperen en otra actividad cultural de la Biblioteca Municipal. Ah, por cierto, que el taller de lectura de temática LGTBI+ se celebrará una tarde de este mes de junio. ¡Gracias por avisar esta vez!

La otra crisis: Licencia escolar progresista

            Nuestros políticos, sin distinciones ideológicas aparentes, creen que la responsabilidad de solucionar los problemas sociales, familiares, morales, sanitarios, económicos, delictivos, lingüísticos, penales, ecológicos, medio ambientales, sexuales, de género, de seguridad vial o de urbanidad recae sobre los maestros y los centros educativos. Como si de un mago se tratase, el docente ha de subsanar todas las deficiencias educativas que los discentes traen de sus casas o de la calle y que son simplemente el reflejo de la falta de sentido común que brilla por su ausencia en muchos estratos de nuestra sociedad.

            Y así, con la excusa de que ciertos colectivos sufren una injusta discriminación, nuestros políticos imponen a las escuelas la impartición de una serie de talleres ideológicos, a niños de tres años en adelante, por parte de colectivos externos a los centros educativos y que, sin reparo alguno, tratan de manipular los sentimientos y el pensamientos de los alumnos sin contar siquiera con el visto bueno de sus progenitores.

            Pues resulta que en la actualidad, y en todo el mundo, uno de los colectivos que sufren una persecución violenta y sin tapujos son las personas que profesan la religión cristiana. Por eso, y por mucho más, está más que justificada la presencia de la asignatura de Religión católica en los colegios, aunque su elección siga siendo voluntaria por parte de las familias. Por eso, ya sin tapujos y con la licencia que da la intromisión progresista en el currículo educativo, algunos maestros de Religión adornan sus aulas con imaginería religiosa y oran junto a sus alumnos, creyentes o no, con cánticos de alabanza y de desagravio. Porque la verdad nos hace libres y el bien llena de gozo el corazón inocente de los niños. Un corazón que algunos quieren mancillar con talleres repulsivos que las familias deberían denunciar ante los juzgados por una “presunta” corrupción de menores.

La otra crisis: Ninguneo a la institución escolar

            Hoy en día los sentimientos están de moda y prevalecen sobre la inteligencia y la voluntad. Y es que es más fácil dejarse llevar por las apetencias que pararse a pensar si esa actitud es la correcta y esforzarse, yendo contra corriente, para hacer lo correcto cueste lo que cueste.

            Llegó el calor y encima estamos padeciendo una sequía histórica. Una sequía que va más allá de la falta de agua, pues también afecta al sentido común y consigue nublar el entendimiento. Quizás por eso muchas familias permiten que sus hijos, en estas calurosas fechas, acudan al colegio como si fueran a pasar el día en la playa o en la piscina municipal, vestidos con tops, bañadores, chanclas, camisetas de tirantes o pantalonetas. Y así, aún sin saberlo, muestran a sus hijos la importancia que éstos le conceden a la institución escolar y a la labor que allí se lleva a cabo: un vil pasatiempo que hay que sobrellevar con la menor incomodad posible.

            Alguno dirá que la culpa es de sus hijos, que si fuera por ellos sí que irían vestidos conforme a la dignidad que la escuela merece. Y en esa queja paternal se refleja otra de las lacras que las familias sufren hoy en día: la falta de autoridad por culpa de una acedia que huye de cualquier confrontación o diálogo razonado. Son muchos los padres que prefieren ceder por no discutir y también por carecer de unos argumentos que sólo se dan en las familias que se preocupan por su formación continua.

            Y claro, en esa dignificación de la institución escolar los maestros han de ir por delante. Flaco favor le hacen a la reputación que ha de tener el arte de educar, si ellos son los primeros que descuidan su vestimenta y acuden a su puesto de trabajo como si se fueran socorristas playeros. Quizá más de uno erró en su vocación profesional. ¿No creen?

La otra crisis: con Bildu no vamos a pactar

            Llegó una nueva sesión de control parlamentario al Gobierno de España y los dirigentes políticos de todos los partidos intervinientes, menos uno, claro está, repitieron una y otra vez, agotando el tiempo permitido para su intervención, una sola frase: “con Bildu no vamos a pactar”.

            Al finalizar esa imaginaria sesión de control, todos los diputados se pusieron en pie y dirigiendo su mirada hacia la butaca vacía del señor Sánchez empezaron a exclamar a una sola voz: “¡fuera, fuera!”. Y colorín, colorado, esta pesadilla ya ha empezado para no acabar.

La otra crisis: cómplices para nada

           Ya han transcurrido cuatro años desde las últimas elecciones municipales y autonómicas y se inicia ahora una nueva campaña electoral donde se van a multiplicar las promesas. Unas proposiciones que quedarán en el olvido gracias al viento de la cotidianidad y de los intereses ocultos.

            Más de uno se pregunta a qué viene ese interés desmedido por doblegar al contrario político y alcanzar el poder cueste lo que cueste. ¿Será porque están convencidos de que si no gobiernan ellos sus conciudadanos van a ser unos desgraciados? ¿Será porque creen que sólo ellos están en posesión de la verdad y saben cuál es el camino que nos llevará hacia la felicidad? ¿A qué se debe esa tozuda obsesión por mantenerse en el poder y evitar que el contrincante saque un mayor número de votos en las próximas elecciones? ¿Qué buscan los dirigentes políticos que nos gobiernan o pretenden hacerlo? ¿Su interés particular, el interés general o el bien común? ¿O quizá nada eso, pues su único objetivo consiste en imponer su ideología a toda la población y así perpetuarse en el poder? ¿Cómo es posible que algunos partidos estén dispuestos a eliminar la posibilidad de que exista la alternancia política?

            Y si pensamos en la educación, en esa obcecación de unos y otros por sacar leyes educativas sin consenso alguno, las preguntas se multiplican y la indignación aumenta. ¿Por qué se quieren clausular en el plazo de unos pocos años los centros de educación especial y no se da la opción de elegir a las familias protagonistas? ¿Por qué se decreta la supresión de los conciertos económicos a los centros con educación diferenciada si es una opción pedagógica válida que se da en otros muchos países? ¿Por qué ese ninguneo a la asignatura de Religión y a sus docentes cuando, al mismo tiempo, se le quiere dar relevancia a la educación en “sus” valores? ¿Por qué se descuida la formación continua de las familias y no se apuesta por su implicación comprometida en los colegios? ¿Por qué las familias no tienen derecho a conocer el contenido y la temporalización de los talleres alternativos que se imparten en las escuelas y a decidir si sus hijos han de asistir o no a los mismos? ¿A qué se debe esa obsesión por suprimir la sana competitividad, la meritocracia o la evaluación cuantitativa y cualitativa?

            Pero bien, que nada nos turbe ni nos espante, pues no hay mal que cien años dure y seguro que la cordura aparecerá, tarde o temprano, entre nuestros representantes políticos. Y si no, tiempo al tiempo. ¿No creen?

La otra crisis: mami de mis amores

           Llegó el mes de mayo, el mes de las flores y el mes que dedicamos a María, la Madre de Dios. Y también, este primer domingo de mayo, aunque algunos lo quieran tergiversar, felicitaremos a nuestra madre en un día dedicado especialmente a ella.

            En algunos colegios, donde gobiernan unos equipos directivos infectados por esa ideología progresista, nihilista y relativista, están empeñados en conseguir que desaparezcan todas las referencias religiosas y también el sentido común y la ley natural: animan a las familias para que no matriculen a sus hijos en la asignatura de Religión, cambian la denominación de las fiestas del calendario litúrgico, vacaciones de invierno o de primavera para referirse a la Navidad o a la Pascua, y hasta han dejado de celebrar el festival de villancicos, las fallas de San José, el día del padre o el día de la madre. Pero la cosa no queda ahí, pues esa imposición ideológica es sólo la punta del iceberg.

            Llegó la celebración del día de la madre y la maestra puso a sus alumnos una vieja canción de los Payasos de la tele: mami de mis amores. Y otra vez, como ya le sucedió en un colegio de otra población, escuchó que alguno de sus alumnos cantaba el estribillo cambiando la misma palabra por el mismo término soez. Donde debía sonar un “mami de mis amores” se escuchaba, con el perdón por delante, un “mami de mis cojones” que la dejó helada una vez más.

            Si es grave que la autoridad competente trate de imponer su pensamiento desnaturalizado, aún lo es más el deterioro que están sufriendo las familias, abandonadas a su suerte con una legislación que las maltrata buscando su desintegración, como la ley del divorcio exprés, o que destruye directamente sus fundamentos, como la ley del aborto, la eutanasia, la ideología de género o la llamada ley trans.

            Algo estaremos haciendo mal cuando entre una madre y su hijo no surgen vínculos afectivos correspondidos. Y mucho me temo que la nueva ley de Educación, la denominada Lomloe, tampoco va a solucionar este problema antropológico. ¡Menos mal que dentro de unos meses se celebrarán unas elecciones generales! Seguro que si gana el Partido Popular revertirá todas esas leyes “progresistas”. ¡Seguro que sí o… seguro que no!