La otra crisis: insumisión sexual

            La ministra Irene Montero puede pensar, decir o hacer lo que le venga en gana, y hasta desear poner en práctica eso de llegar a casa “sola y borracha” – algo improbable totalmente en su caso, al ir siempre acompañada por la escolta, el chófer y su tropa de asesoras ideológicas. Pero lo que no puede hacer es aprovechar una de sus cogorzas discursivas para vociferar desde su ministerio la invención de unos derechos de la infancia que más bien son una terrible perversión y un delito explicitado en el código penal. ¿Cómo se atreve a decir que los niños tienen derecho a mantener relaciones sexuales? ¿Cómo es posible que tenga la osadía de afirmar que un niño de tres años, si se siente niña, puede exigir un tratamiento de cambio de sexo sin que cuente para nada la autoridad paterna y científica? ¿Cómo se entiende que esta chica, con una deformación moral aberrante y una imaginación calenturienta, haya llegado a ser, y lo continúe siendo, ministra del Gobierno de España?

            Irene Montero ha pregonado a los cuatro vientos su ideología sexual: la búsqueda del mero disfrute, la orgía democrática sin edad ni responsabilidad alguna y con esa coletilla repugnante que parece justificarlo todo de actuar “con el consentimiento por delante”. Pues hemos de saber que ella es la que ha diseñado y va a imponer, con la aprobación de su nueva ley del aborto, la educación sexual obligatoria en todas las etapas educativas, desde Infantil, pasando por Primaria y Secundaria, hasta Bachillerato.

            A los maestros y profesores, ante semejante barbaridad curricular, no les va a quedar otra que declararse insumisos: unos, por objeción de conciencia y sentido común, y los otros, los que también comulguen con las aberraciones de la ministra, para evitar las denuncias por corrupción de menores que les van a llegar por parte de las familias.

La otra crisis: la desigualdad de Igualdad

           En mi ciudad, como en muchas otras, el 2020 pasará a la historia por ser el año con el menor número de nacimientos. Tanto es así que, la oferta de plazas escolares del primer curso del segundo ciclo de Infantil para el próximo curso, el 2023/24, doblará a la demanda de matrícula por parte de las familias.

            Alguno pensará que, de ese modo, desaparecerán las listas de espera que tienen algunos centros educativos privados concertados. Pero quizá ocurra todo lo contrario, pues por la baja natalidad y el único sustento poblacional de la inmigración, los centros públicos se están convirtiendo en auténticos guetos conformados por aquellas familias poco predispuestas a que sus hijos sean educados en el ideario católico de los colegios privados.

            Visto este panorama, poco favorable para los colegios públicos, uno se pregunta por qué la señora Irene Montero, ministra de Igualdad, está tan preocupada por liberalizar el aborto y agravar, de ese modo, la desigualdad entre esos colegios públicos y los privados concertados. ¿Quién puede entender que entre las competencias del Ministerio de Igualdad se encuentre la ampliación del aborto? ¿Qué “igualdad” se logra o con qué se “iguala” cuando una mujer aborta a su hijo no nacido? ¿Acaso pretende hacernos creer la señora Montero que su “igualdad” está en que toda mujer podrá acabar con la vida de su hijo cuando lo desee y de forma gratuita?

            A ver si nos aclaramos, señora ministra. Si usted desea de verdad promocionar la igualdad entre las mujeres, y entre los colegios públicos y privados, ha de legislar para que todas las mujeres embarazadas puedan llevar a cabo un mismo y loable fin: traer al mundo a sus hijos.

La otra crisis: proselitismo laicista

            La LOMLOE no prevé una asignatura alternativa para aquellos alumnos que no cursen el área de Religión. Estos alumnos recibirán una “atención educativa” donde cabe todo tipo de sugerencias pedagógicas, lúdicas, medioambientales, musicales… Esta medida, según algunos, redundará en perjuicio de la asignatura de Religión, pues se espera que esa “atención educativa” sea un pasar sin más el tiempo o una oportunidad para entrar más tarde en el instituto, marcharse antes a casa o almorzar en el primer turno del comedor escolar.

            Pues resulta que los supuestos agoreros se van a quedar cortos en sus fatídicas previsiones, ya que en algunos centros educativos de la Comunidad Valenciana, donde el equipo directivo es contrario a la presencia de la asignatura de Religión en su escuela, sí que se han preocupado de llenar de contenido esa «atención educativa» prevista para los alumnos que no vayan a Religión. En uno de ellos, por ejemplo, han programado en ese tiempo informal un musical donde participen todos los alumnos del colegio, tanto de Infantil como de Primaria. Tanto es así que, aun antes de comenzar las clases, convocaron a todas las familias para venderles el producto y animarlas para que ninguno de sus hijos se quede sin participar en esa gran obra melodiosa. O sea, han manipulado a conciencia a las familias para que ninguno de sus hijos se decante por cursar Religión.

            Y encima han pensado en un plan B, por si alguna familia fanática no está dispuesta a que su hijo deje de ir a Religión. Y es que la maestra de esta asignatura les siga el juego, entre en esa dinámica musical y en su solitaria hora semanal realice los ensayos oportunos con sus pocos alumnos. Así, dejando a un lado el currículo pertinente, deberá colaborar con entusiasmo en la preparación de esa gran obra musical sostenible, igualitaria, integradora, laica, inclusiva, feminista, globalizadora, transversal y adornada con esa nueva religión progresista y obligatoria que es la llamada «ideología de género».

La otra crisis: ¡cámara y horror!

            El ministro de Consumo, el señor Alberto Garzón, es una persona con una sensibilidad muy fina, de ahí que se preocupe tanto por la alimentación saludable de los españoles, trate de reducir el sexismo juguetero y ponga límites publicitarios a esas casas de apuestas que son una auténtica lacra para muchas familias. Pero aquí no queda la cosa, pues gracias a la ideología animalista que ilumina a nuestro Gobierno progresista ha decidido ocuparse también del bienestar animal. De ahí que haya decretado la instalación de cámaras de vigilancia en los mataderos, para que ningún matarife se recree haciendo sufrir de más a animal alguno.

            La ministra de Igualdad, la señora Irene Montero, es una persona con una sensibilidad muy fina, de ahí que se preocupe tanto por la salud sexual y reproductiva de los españoles, trate de ampliar al máximo ese supuesto derecho al aborto de las mujeres y ponga límites a todas esas personas que están a favor de la vida de los no nacidos y de la felicidad de sus madres. Pero aquí no debería quedar la cosa, pues la ideología de este Gobierno trata de equiparar en dignidad y derechos a las personas y a los animales. De ahí que decretará también la instalación de cámaras de vigilancia en las clínicas abortistas, para que ningún matarife se recree haciendo sufrir de más a bebé ninguno.