La otra crisis: Ecologismo sosteniblemente enajenado

            Les importa más bien nada el verdadero significado, el contenido y la sustancia, y se esfuerzan por adornar el significante, lo circunstancial y los accidentes. Empezaron con la cantinela de priorizar todo aquello que fuera natural y ecológico, y ahora andan empeñados en imponer con la ley en la mano una sostenibilidad que nos está hundiendo en la miseria, tanto moral como económica. Porque detrás de ese empeño irracional por proteger y preservar el medio natural se entrevé un desprecio real por el ser humano.

            Según la ideología progresista de nuevo cuño, somos las personas las causantes de todos los males que azotan al resto de seres vivos, animales, minerales o vegetales. Parece ser que nosotros, por la contaminación que a todas horas producimos, somos la única causa de un desastroso cambio climático. Ese que deshace los glaciares e impide que las abejas produzcan su deliciosa miel. Por eso, como el ser humano es un habitante más de esta Tierra, no pasa nada si se le pone punto final a su existencia terrenal y así, de ese modo, asistiríamos a una eclosión de vida parecida a la que se produjo hace millones de años tras la extinción de los dinosaurios.

            Por eso se entiende que, aunque la evidencia científica sea incontestable, este ecologismo sostenible trate de imponer el aborto libre como derecho fundamental de toda mujer y que también impulse otro falso derecho como es el de la eutanasia o el suicidio asistido. Aunque también es cierto que su fe en esta sostenibilidad ecológica inhumana no es firme del todo, pues no acaban de decidirse, en el caso de la eutanasia, en ir con el ejemplo por delante.

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