La otra crisis: Una muerte natural asegurada

            Nuestro Gobierno progresista y sus socios nacionalistas e independentistas han aprobado en pleno estado de alarma una ley de la eutanasia que la sociedad española ni demandaba ni esperaba. A la hora de elaborar esta ley no se ha tenido en cuenta el parecer de ninguna asociación médica ni tampoco el informe negativo del Comité de bioética que asesora a las instituciones públicas.

            Gracias a Pedro Sánchez y a sus secuaces la vida de una persona se valorará según su productividad y su proyección en el tiempo. Y que no digan que a nadie se le va a obligar a hacer uso de la eutanasia, pues el mero hecho de que ésta esté aprobada hace que la población asuma que hay vidas que no merecen ser vividas. Ahí está, por ejemplo, el parecer de una niña de once años, que espetó a sus compañeros de clase el siguiente razonamiento: “¿Por qué tienen que vacunar contra el virus a las personas mayores y no a los niños? ¡Ellos ya han vivido suficiente y nosotros tenemos toda la vida por delante!”.

            Y la cosa no queda ahí, pues la ley prevé que los suicidios asistidos y las muertes provocadas por el personal sanitario constarán en los informes médicos como “muertes por causas naturales”. Y uno se pregunta, porque la pela es la pela, qué van a hacer las aseguradoras con semejante falacia. ¿Aceptarán que los herederos de sus asegurados cobren el seguro de vida cuando recurran a la eutanasia porque se tratará de una “muerte por causas naturales”? ¿Exigirán el pago de una prima superior a aquellas personas que estén dispuestas a poner punto final a su vida si la incapacidad o el sufrimiento se cruzan en su camino? Ante semejante despropósito legislativo cabe esperar un recurso o una impugnación de parte de cualquier persona o asociación con un poco de sentido común. ¿No creen?

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