La otra crisis: Imposición del lenguaje inclusivo

          Quizá sea más una cuestión de humildad intelectual que de ignorancia, pues las personas que se autodenominan progresistas tienen la autoestima por las nubes. Por eso, entre sus filas, son cada vez más las que reniegan de la normativa lingüística de la Real Academia Española de la Lengua y utilizan de forma reiterada e insistente el lenguaje inclusivo, ese desdoble del género, femenino y masculino, que hace que sus oyentes sólo sean capaces de captar el significante y no el significado. Por eso, cuando esas personas quieren dejar clara una idea y que toda su audiencia sea sabedora, suelen utilizar sólo el género no marcado, que en nuestra lengua coincide con el género masculino.

            Las personas progresistas, como la vicepresidenta del Gobierno, la señora Carmen Calvo, están convencidas de que “parar el lenguaje inclusivo no está en las manos de nadie”. Su esperanza es mantenerse en el poder el mayor tiempo posible, colocar en la RAE a académicas y académicos de su cuerda que logren una mayoría suficiente para suprimir esa norma del uso del género neutro e imponer el lenguaje inclusivo a todas las españolas y a todos los españoles. De hecho, en la Comunidad Valenciana ya existe en todos los centros educativos una “comisión de igualdad”, encargada de revisar todos los textos oficiales para que estos utilicen siempre el lenguaje inclusivo. Además, en alguna universidad se exige a sus docentes que en sus clases magistrales se expresen con el desdoble de género.

            Y tras la imposición a la comunidad educativa, una vez se cambie la normativa, vendrá la coacción sobre los medios de comunicación, las celebraciones litúrgicas, las comunicaciones entre los organismos y la ciudadanía, las composiciones musicales, las obras artísticas, teatrales, cinematográficas y literarias, las conversaciones entre familiares y amigos…

            La única pega que encontrará esta oleada de género que nos está invadiendo vendrá de las otras veintidós academias que, junto a la española, forman la Asociación de Academias de la Lengua Española. ¿Claudicarán todas ellas ante la presión del lobby progresista? Esperemos que no, pues más de una, y más de uno, se pasará al inglés. ¿No creen?

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