La otra crisis: El protagonismo de la familia

Cheerful family doing arts and crafts together at the table at home in kitchen

            Los centros educativos permanecen cerrados y ya veremos si pueden reabrirse el próximo mes de septiembre. Por eso, pese a que muchos niños están recibiendo clases virtuales a través de diversas plataformas, la labor de las familias resulta imprescindible. Sin su dedicación, aliento, exigencia y entusiasmo, el rendimiento escolar de los niños sería insuficiente y, en muchos casos, inexistente.

            La ministra de Educación, la señora Celaá, cree que los hijos no pertenecen a sus padres. Pues claro que no. Pero ahora, gracias a esta pandemia, sí que ha quedado demostrado que el derecho primigenio a la educación de la prole la tienen sus padres. Porque ellos son los que, pase lo que pase y venga lo que venga, siempre estarán al cuidado de los niños, cosa imposible para ese Papá Estado de los gobiernos progresistas. El papel educativo y formativo de las familias se ha visto reforzado durante este estado de alarma sanitaria. Algunos dirán que no todas las familias se han preocupado por sus hijos. Eso es evidente. Pero no podemos hacer de la excepción una regla y despreocuparnos de ayudar y formar a esos padres para que asuman, y sepan llevar a cabo, sus responsabilidades para con sus hijos.

Este confinamiento ha servido para que toda la comunidad educativa, incluida la ministra Celaá, no dude nunca más del papel insustituible que tienen los padres en la educación de sus hijos. Sin su labor abnegada a lo largo de todos estos meses, ahora estaríamos hablando del inevitable y perenne fracaso de toda una generación de estudiantes.

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