La otra crisis: Ignorancia perpetua

          El sistema penitenciario español optó en su día por conseguir la reinserción social de las personas encarceladas. Se basa en la creencia cierta de que todos, si encontramos una motivación justa, – y también si nos da la gana-, podemos cambiar y aportar nuestro granito de arena para hacer de este mundo un lugar mejor donde vivir.

            Por eso, los que en nuestro país defienden ciegamente la cadena perpetua demuestran su falta de formación antropológica y un desconocimiento propio alarmante. Más aún, alardean de una superioridad moral henchida de soberbia. Pues, como bien dijo san Agustín en sus Confesiones, “no hay pecado ni crimen cometido por otro hombre que yo no sea capaz de cometer por razón de mi fragilidad; y si aún no lo he cometido es porque Dios, en su misericordia, no lo ha permitido y me ha preservado del mal”. Ahí queda eso para los que quieran leer.

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