De extrema necesidad

La otra crisis: El estrés de la izquierda

            Tras el resultado de las elecciones andaluzas y las previsiones de intención de voto para las próximas elecciones generales, los diferentes partidos del arco parlamentario español están redefiniendo su ideario, siempre atentos a buscar el mayor rédito político. Por eso se han quedado todos descolocados ante la consolidación de Vox. No pueden entender que un partido se atreva a defender postulados que le van a restar votos entre los votantes timoratos, indecisos y desinformados.

            Los del Partido Popular aún recuerdan a su presidente Rajoy, capaz de tumbar la reforma de la ley del aborto tres días después de que su consejo de ministros la aprobara por unanimidad, por el temor a perder un número incierto de futuros votantes de izquierda. Olvidó Rajoy que jamás, hiciera lo que hiciera y aprobara o derogara lo que fuere, le iban a apoyar esos supuestos e inexistentes votantes progresistas. También olvidó, y esto es aún peor, a esos fieles electores que le votaron a sabiendas de que esa reforma del aborto sí figuraba en su programa electoral.

            Los progresistas de izquierda también andan incrédulos ante ese resurgir de la derecha. Para ellos, todo lo que no sea lo propio es extremo, ultra, facha, fascista, reprobable… Resulta gracioso que estén ahora dando conferencias para explicar al vulgo el porqué de este ascenso y qué deben hacer para evitar que Vox alcance las instituciones del Estado. Resulta hasta cómico, pues algunos de los principios de esta vieja izquierda andan por extremos aún más radicales que los que supuestamente defiende Vox.

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